RUTA DE LOS MOLINOS
- CIRCULAR, Distancia 9.5 kms. Tiempo estimado, 3 horas. Desnivel acumulado, 300 m.
- COORDENADAS GPS. En Cueves; N 43º 26. 212’; W 5º 4. 387’. Crta. Tezangos. N 43º 25. 982’ W 5º 04. 392’
- APTA PARA BICICLETA DE MONTAÑA
Desde Ribadesella, nos encaminamos al pueblo de Cueves por la carretera local AS-2. Antes de cruzar la Cuevona que da acceso al pueblo, debemos estacionar nuestro coche en un parking acondicionado que encontraremos a nuestra izquierda. Empezamos la caminata cruzando los aproximadamente 300 metros de longitud que tiene esta espectacular cavidad. Sin duda esta joya de la naturaleza, debiera ser considerado como el primero de los monumentos naturales del Concejo. Caminar dentro de sus fauces iluminadas, siguiendo el cauce del arroyo de la Cueva, nos otorga el privilegio de descubrir una serie continuada de estalactitas, estalagmitas, coladas y banderas que no pueden dejarnos indiferentes. Algunas de estas formaciones han sido nombradas con definiciones tan acertadas como, las barbas de Santiago o la lengua del diablo.
Una vez rebasada la cueva, caminamos por la calle principal del pueblo de Cueves, deleitándonos con la sucesión de hórreos que conforman el paisaje de esta hermosa y típica población. En pocos metros a nuestra derecha y una vez pasada la ermita de la localidad, encontramos la pista señalizada como “Monte Moru”. La primera parte del ascenso lo hacemos en asfalto, después en pocos metros el asfalto se transforma en una cómoda pista de tierra que asciende en zig-zag por las faldas del Monte Moru. La vegetación colindante a la pista está formada en exclusiva por eucalipto y pino. Pero lo verdaderamente hermoso de ella son las vistas que en todo momento obtendremos del Sella y el valle por el que circula en sus últimos metros antes de morir en el Cantábrico.
Después de 40 minutos de ascenso el monte y el camino se tornan en una particular atalaya que en días claros nos ofrece unas inmejorables y espectaculares vistas del Macizo Central de los Picos de Europa. Unos pasos más y divisamos a nuestra izquierda las casas que forman la pequeña aldea de Tresmonte. Vale la pena detenerse en este punto para escuchar el sonido del agua que discurre por la llamada riega de Tresmonte y que será nuestro camino de vuelta hacia Cueves. Después de 1 hora de caminata, la pista muere en la carretera local que baja a la derecha hacia Ribadesella, aunque nosotros deberemos continuar por la izquierda, bajando por el asfalto de esta estrecha carretera apenas transitada, hasta toparnos con el cartel indicativo de “Tresmonte”. Tras pasar la primera casa de piedra situada tras el citado cartel, inmediatamente a nuestra izquierda aparece el sendero que nos conduce a la ruta de los molinos, el cual debemos tomar. Un inciso antes de continuar. Merece la pena antes de comenzar la bajada adentrarse en Tresmonte.
Son varias las razones; Entre otras, ser cuna de uno de los personajes ilustres de Ribadesella, Manuel Fernández Junco, prócer y defensor del castellano en Puerto Rico y el sabor y el carácter autóctono de la propia aldea.
Retomamos pues, la bajada por la ruta de los molinos. Definiremos este trozo de bosque puro con cinco palabras, “el agua vuelve al agua”. Por algo se le llama riega, todo es agua. Pero también son castaños, acebos, robles, fresnos y abedules. El camino pegado al arroyo que según la época del año puede ser más bien río, es una sucesión de molinos de rodezno, alguno de ellos restaurados. Los molinos imprescindibles en otras épocas, cumplían la función de moler los cereales para obtener la harina que a su vez se transformaba en pan. Al lado de ellos, descubriréis rincones mágicos, árboles de cuento y algún trasgo deslizándose entre los helechos. Difícil explicarlo con palabras. Hay algún molino que se puede visitar por dentro, hacerlo merece la pena. Por cierto el segundo molino que descubriremos, reconocible por el puente que le da acceso, puede ser un sitio ideal para detenerse y escuchar el silencio que nos rodea, respirar la humedad del lugar y empapar nuestros ojos de verde y azul. También, lejos de lo bucólico para descansar y tomar fuerzas.
Antes de llegar al Caserío de Santiago, encontraréis una portilla habitualmente cerrada, por favor dejarla como la encontréis. En poco tiempo llegamos al Puente de Santiago, cruzamos el túnel con la línea del FEVE, sobre nuestra cabezas. Disfrutad del último trecho de la etapa, antes de llegar a Cueves. Pues pasearéis por la ribera del mítico río Sella.